Palpa es una tierra escogida por el sol. A solo 20 minutos al norte de Nazca, este pueblo de monumentos arqueológicos y dulces naranjas, goza de un clima envidiable durante todo el año.
Colindante del Río Grande, Palpa es llamada la “Cuna de la Cultura Nazca” por el lugar donde los primeros nasqueños desarrollaron su civilización. En los alrededores de este pueblo, exactamente a 10 km, se encuentran los petroglifos de Chichictara: conjunto de monolitos con representaciones de zorros, auquénidos, serpientes y figuras humanas espectaculares.
El Reloj Solar es otro de los puntos imperdibles para el viajero. Con un enorme geoglifo ubicado a pocos metros de la Panamericana Sur, este sitio cuenta con un mirador y un amplio estacionamiento creado para los turistas.


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Se cuenta que La Ciudad Perdida de Huayurí, atractivo indiscutible de los alrededores de Palpa, fue construida por los Nazcas que huyeron ante la invasión que hiciera el ejército del Inca Pachacútec cuando expandía su imperio por las costas peruanas.
Palpa fue construida entre cerros para no ser visible al ejército inca que lo ubicó y destruyó. Los principales distritos son Sacramento, Pinchango y Llipata, lugares de visita indiscutibles por haberse hallado en ellos las líneas de Palta, geoglifos con una apariencia similar a los de la cultura Nazca.
Las ruinas de la Muña es otro de sus principales atractivos. Este conjunto de viviendas sorprenden por las tumbas halladas con restos humanos envueltos en ropajes de algodón y acompañados de vasijas estilo Nazca. Palpa, convertida en uno de los principales puntos turísticos de Ica, aún no ha terminado de explotar su potencial: no cuenta con hoteles ni restaurantes para albergar al viajero. Sin embargo, ya ubicados en la zona, es posible encontrar algunas casas familiares acondicionadas para este fin.