El destacado escritor peruano Ricardo Palma (1833-1919), en su libro Tradiciones Peruanas, cuenta la interesante leyenda de ‘La Achirana del INCA.
El año 1 412, el Inca Pachacútec, acompañado de su hijo, el príncipe imperial Yupanqui, y de su hermano Cápac Yupanqui, emprendió la conquista del valle de Ica. Los habitantes, si bien de índole pacífica, tenían elementos para la guerra. Comprendiéndolo así el gran monarca, antes de recurrir a las armas, propuso a los iqueños que se sometiesen a su paternal gobierno. Estos aceptaron de buen grado.
Visitando Pachacútec el feraz territorio que acababa de sujetar a su dominio, sedetuvo una semana en el pago llamado Tate, del cual era propietaria una anciana, aquien acompañaba una bellísima doncella, hija suya.
El conquistador de pueblos creyó también de fácil conquista el corazón de la joven, pero ella, que amaba a un galán de la comarca, tuvo la energía para resistir alos enamorados ruegos del prestigioso y omnipotente soberano.
Al fin, Pachacútec perdió toda esperanza de ser correspondido y, tomando entre sus manos las de la joven, le dijo:
―Quédate en paz, paloma de este valle, y que nunca la niebla del dolor tienda su velo sobre el cielo de tu alma. Pídeme alguna merced que a ti y a los tuyos haga recordar siempre el amor que me inspiraste.
―Señor ―le contestó la joven, poniéndose de rodillas y besando la orla del manto real―, grande eres y para ti no hay imposibles. Si te satisface la gratitud de mi pueblo, te ruego que des agua a esta comarca. Siembra beneficios y tendrás cosecha de bendiciones.
―Discreta eres, doncella, y me cautivas con tus palabras como con el fuego de tu mirada. ¡Adiós, ilusorio ensueño de mi vida! Espera diez días y verás realizado lo que pides.
Y el caballeroso monarca, subiendo al anda de oro que llevaban en hombros los nobles del reino, continuó su viaje triunfal.
Durante diez días los cuarenta mil hombres del ejército se ocuparon en abrir el cauce que empieza en los terrenos del Molino y del Trapiche y termina en Tate, lugar donde habitaba la hermosa joven.
El agua de la “achirana del Inca” suministra ahora abundante riego a las haciendas que hoy se conocen con los nombres de Chabalina, Belén, San Jerónimo,Tacama, San Martín, Mercedes, Santa Bárbara, Chanchajaya, Santa Elena, Vista Alegre, Pongo, Pueblo Nuevo y, por fin, Tate.
Según la tradición, ese es el origen de la achirana del inca, voz quechua que significa: “Lo que corre limpiamente hacia lo que es hermoso”
Leyenda de la Achirana del Inca
El agua no solo es vida, también es amor. Por ella se han tejido muchas leyendas e historias. En Perú existe un largo canal de regadío en una zona desértica de la costa del Pacífico, construido gracias al amor no correspondido de acaso el más grande jefe conquistador del imperio incaico, cuyo reino se extendió por varios países de América del Sur.
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